Estamos viviendo uno de los momentos más retadores, no sólo por la coyuntura generada por la pandemia que ha evidenciado las enormes brechas sociales y económicas, sino también por el momento de movilizaciones ciudadanas que demandan cambios estructurales. Transformar nuestra sociedad y generar desarrollo, disminuyendo así las desigualdades y la pobreza, es la gran necesidad que tenemos como país.
En este reto la Educación es, sin duda, una herramienta fundamental. Así lo evidencia el Banco Mundial en su informe de desarrollo en 2018, afirmando que la escolarización produce un aumento de los ingresos entre un 6% y un 12% por cada año de educación. Pero, no solo la permanencia en el sistema escolar es un desafío, también lo es la competencia y pertinencia educativa. Estamos parados frente a nuevas modalidades de aprendizaje, empleo, autoempleo, uso de plataformas digitales. Estudiamos y trabajamos desde la casa o desde cualquier lugar del mundo, y esas relaciones son atípicas. ¿Qué hacer? Es necesario construir nuevos acuerdos sociales y nuevos esquemas educativos.
Por una parte, como no podemos evitar la tecnología, la única respuesta es invertir hoy más que ayer en las personas. Es claro que el problema no está en el título sino en la competencia que está detrás de él. Además, la Globalización impone la necesidad de aprender constantemente. Ese es el reto para nuestro sistema educativo ¿Qué tan pertinentes son nuestros programas? ¿cuántos de ellos sirven al sistema productivo?
Hay muchas preguntas, pocas respuestas y mucho trabajo por delante. Por eso, convencidos que la educación es el camino para lograr el bienestar y cerrar brechas sociales, aportamos una robusta infraestructura con 364 jardines infantiles, 68 colegios propios y 3.798 con convenios, 164 centros de educación para el trabajo, 8 universidades, 35 institutos técnicos profesionales y escuelas tecnológicas y 263 bibliotecas. Además, durante el año de pandemia el Sistema de Compensación fue un apoyo al entregar paquetes alimentarios y kits pedagógicos a 132.767 niñas y niños menores de 6 años.
También fortalecimos los programas de Jornada Escolar Complementaria y de Atención Integral a la Niñez- AIN, y atendimos de forma no presencial a cerca de 137.459 estudiantes en básica primaria, secundaria y media. En este camino y ante la necesidad de reflexionar sobre los retos en la actualidad y aportar soluciones a la construcción de un Ecosistema Educativo que impulse el bienestar, contenga la pobreza y aporte al desarrollo el país, desde Asocajas, en alianza con Santillana, organizamos el Primer Festival de Educación, que se centró en tres pilares estratégicos.
El primero, humanizar la educación y valorar la diversidad. La oportunidad de la pandemia de conocer a nuestros estudiantes en sus casas nos permite potencializar e individualizar el aprendizaje. La invitación es a valorar las diferencias, a construir escenarios que permitan la participación de mundos y mentes, y a vernos a nosotros mismos como parte de una comunidad. Debemos ser empáticos, simpáticos y compasivos. El segundo pilar le apuesta a explorar nuevos espacios, nuevas metodologías y herramientas tecnológicas. Esto permite garantizar la educación para toda la vida. Pasar de la enseñanza al aprendizaje continuo, y de la relación unilateral de profesor a alumno, a entretejer el aprendizaje entre ambos. Y el tercer pilar: potenciar los talentos e impulsar una educación que permita construir proyectos de vida en armonía con la búsqueda del bienestar y la felicidad.
Bajo estos tres pilares, es pertinente resaltar la forma en la que el Sistema integra sectores como la educación, la cultura, la recreación, el deporte, el empleo, el emprendimiento y la formación para toda la vida, en torno al desarrollo social y económico que necesitamos en el país. Se debe cultivar la imaginación, la libertad y la alegría en los procesos educativos. Como lo ha resaltado la filósofa Martha Naussbaum, las emociones también son determinantes en la deliberación moral y democrática, al aumentar las posibilidades de aprender y construir un pensamiento crítico.
De allí la importancia que las humanidades y las artes sean parte de esta conversación, porque, parafraseando a la profesora Nussbaum, las capacidades humanas nos permitirán ser más que máquinas útiles, para transformarnos en ciudadanos completos que puedan pensar por sí mismos, criticar la tradición y comprender el significado de los sufrimientos y los logros de otra persona. Habilidades necesarias para mantener viva la democracia.
En ese sentido, las Cajas de Compensación estamos listas para seguir, desde la educación integral, aportando en este frente de transformación y cambio.
*Presidente ejecutiva de la Asociación Nacional de Cajas de Compensación Familiar, Asocajas.
Publicada en El Tiempo, versión impresa y digital el 16 de junio