Por: Perla Toro, Periodista invitada
Juan Daniel Oviedo fue uno de los ponentes de la 32ª versión del Congreso de Asocajas y conversó sobre cómo romper con la discriminación y la invisibilidad estadística, la cual ha impedido tomar acciones efectivas de inclusión desde la política pública.
“Lo que no se mide, no cuenta”. Una frase de cajón que para Juan Daniel Oviedo, economista y exdirector del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), resume cómo las cifras también pueden discriminar e invisibilizar problemas sociales.
Ir más allá de un conteo o muestreo demográfico es el reto que hay detrás de los datos. Para Oviedo se trata de recoger información que permita tomar decisiones públicas fundamentadas en datos, las cuales promuevan el reconocimiento de realidades de poblaciones que históricamente han sido discriminadas y hoy reclaman mayores niveles de inclusión.
P: Perla Toro: ¿Qué significa para Juan Daniel Oviedo la inclusión?
JD: Juan Daniel Oviedo: La inclusión es una oportunidad de ser consistentes con el reconocimiento de nuestras realidades, las cuales son diversas y complejas cuando son vistas desde una perspectiva social, económica o ambiental.
La inclusión es precisamente el acto a través del cual reconocemos la diversidad, lo cual abre la puerta de saber cómo vamos a ser más pertinentes y promover actos incluyentes en nuestra sociedad.
P: Menciona con frecuencia la palabra diversidad. ¿Qué significa para usted?
JD: La diversidad establece que nuestras acciones como actores de la sociedad se hacen desde perspectivas distintas, tanto desde lo subjetivo como lo objetivo. Es algo supremamente poderoso, en el sentido que la diversidad casi siempre la planteamos a partir de un reconocimiento que hacen otros sobre fenómenos que suceden en el entorno en el que vivimos; o sobre los procesos que nosotros enfrentamos.
Desde la perspectiva del aprendizaje que yo tuve en el DANE, la diversidad es el acto de auto reconocer que tenemos visiones y apreciaciones distintas del mundo, y por consiguiente, debemos respetar esas apreciaciones para que a través de actos de inclusión sean reconocidas.
P: Hay una frase del poeta Nicanor Parra, que básicamente dice que si hay dos panes, usted se come dos y yo ninguno, en los números se entiende que nos comimos un pan cada uno. Es de esas frases cotidianas que se utilizan para criticar esta disciplina y uno de sus temas de estudio es la discriminación y la invisibilidad estadística, las cuales son un obstáculo para la diversidad y la inclusión. ¿Qué significan estos conceptos?
JD: Cuando hablamos de romper con la invisibilidad estadística volvemos a una frase que a veces puede ser calificada como una afirmación de cajón. Pero hay algo fundamental detrás de esa frase y es que lo que no se mide no cuenta. Si nosotros queremos reconocer la diversidad y promover actos de inclusión, necesitamos tener métricas que nos permitan establecer cuáles son las dimensiones a través de las cuales se manifiesta esa diversidad en un fenómeno social, económico y ecológico.
Comprender que lo que no se mide no cuenta, es reconocer un principio fundamental del desarrollo sostenible, que lo conocemos en el marco de la agenda 2030 como no dejar a nadie atrás. Si yo no quiero dejar a nadie atrás, tengo que establecer quién es, cómo y dónde están sucediendo estos fenómenos de diversidad. Por esa razón, invisibilizar desde las cifras promueve la discriminación, porque si yo no logro hacer visibles cuáles son las barreras que están enfrentando las personas con discapacidad o la población con orientación sexual o identidad de género diverso para participar activamente en nuestra sociedad, pues voy a establecer de facto unos hechos discriminatorios frente a esas poblaciones.
P: ¿Cómo acabar con esta problemática?
JD: Reconociendo y midiendo la diferencia. ¿Qué es un desafío? Claro que lo es, porque sabemos que no todo lo podemos medir continuamente y, por consiguiente, metodológicamente requiere enfrentarse a lo que nosotros llamamos técnicamente fenómenos de baja incidencia. Estos factores están distribuidos en poblaciones muy grandes y son difícilmente visibles en una encuesta o en procedimiento de un muestreo.
Romper con la invisibilidad estadística poco a poco se está convirtiendo en un derecho, como se reconoce en el marco de las Naciones Unidas. Es un desafío metodológico muy importante y una oportunidad para que las políticas públicas, y especialmente las acciones afirmativas desde el sector privado, puedan suceder de forma efectiva para tener fuentes que permitan reconocer la diversidad.
P: Es algo que usted logró con el DANE. Durante su gestión vimos titulares poco imaginados en el pasado por la riqueza de los datos que recogieron y expusieron problemáticas que antes no se veían desde la estadística. Desde su experiencia, ¿cuáles serían tres titulares que podrían salir de las cifras y que hoy debemos prestarles especial atención?
JD: Uno de los tres temas claves son las mujeres. En la mayoría de contextos geográficos del país son una mayoría que ronda entre el 51% o 52% demográficamente. Ahora, pensemos en las estadísticas de los micro negocios, que son esos negocios familiares de sustento altamente informal en nuestra sociedad. Al clasificar por sexo a los propietarios de micro negocios, solo el 37% son mujeres. Si verdaderamente queremos que haya inclusión productiva de las mujeres, necesitamos romper la brecha de acceso al emprendimiento y la generación de estos micro negocios por parte de mujeres. Ahí está el primer titular.
Otro tema clave fue el que tocaron en el congreso de Asocajas sobre la discapacidad. Mientras dos de cada tres personas sin discapacidad que están en edad de trabajar alzan la mano para participar en el mercado laboral, aproximadamente una de cada cuatro personas con discapacidad tienen la oportunidad de alzar la mano para participar en el mercado laboral. Ahí hay un elemento muy importante sobre cómo vamos a pensar la inclusión laboral de las personas con discapacidad, no vista como una carga para el sector productivo sino como una oportunidad de aprovechar –como lo decía en su nombre el congreso– la esencia y la belleza de quienes somos como una fuente de crecimiento y desarrollo.
Y el tercer titular junta elementos de diversidad, que técnicamente nosotros llamamos interseccionalidad. El país está en deuda con la población negra y afrodescendiente, porque es un grupo que está mucho más inmerso en las dinámicas urbanas. Hay una brecha tremenda para las mujeres jóvenes entre 15 y 28 años negras y afrodescendientes en Colombia, en materia de su participación en el mercado laboral. Cuando vemos las tasas de desempleo esta población, detrás de esa brecha tan importante de más de 10 puntos porcentuales frente al promedio de la tasa de desempleo, estamos viendo una cantidad de elementos asociados con la baja participación en el sistema educativo en la población negra y afrodescendiente del país, y de estereotipos culturales racistas. Hay que poner atención de forma inminente en cómo vamos a cerrar las brechas de participación laboral, porque recordemos que ocho de cada diez personas negras o afrodescendientes viven en la ciudad y no necesariamente en las zonas rurales, como la población indígena.
P: Me gustaría que leyera una de las frases de nuestro congreso y que nos contara qué piensa de esa frase para cerrar este espacio de conversación…
JD: “La diversidad es escuchar todos los latidos del corazón”. Es una frase que va muy en línea con lo que yo quería compartir con ustedes al comienzo. La diversidad está en reconocer que es mi apreciación del mundo la que puede ser diferente de los demás. Es decir, que yo tengo derecho a que esa apreciación del mundo propia sea tenida en cuenta a la hora de mi participación en la sociedad. Casi siempre cuando hablamos de diversidad la ponemos en el otro, pero la diversidad está en cada uno de nosotros.