Por: María Claudia Lacouture, Directora Ejecutiva AmCham & Presidenta Aliadas
La democracia es mucho más que elecciones libres, participación ciudadana y respeto por las libertades individuales, también es responsabilidad de cada individuo, porque todos tenemos que poner de nuestra parte para que el sistema funcione.
El compromiso ciudadano procura el desarrollo económico, social, cultural y político de la nación, incluyendo la provisión de oportunidades, recursos y servicios. Como lo señala la ex secretaria de Estado estadounidense y ahora presidenta de National Democratic Institute (NDI), Madeleine Albright, la democracia debe cumplir.
Una democracia cumple y funciona si se fundamenta en los valores, en la búsqueda de la equidad y la inclusión, en la lucha diaria por el bien general y el bienestar colectivo, sin discriminaciones por sexo, raza, ideología o procedencia. Si la política no se construye sobre principios éticos, la humanidad tomará el camino de la autodestrucción.
Y para ello debemos escoger bien, sobre todo para los próximos retos electorales, porque lo que se viene es un momento de gran trascendencia para el mundo y para cada una de sus naciones y quien se rezague en esta escalada que se avecina perderá un tiempo importante para lo que está por venir.
En este momento pospandémico el futuro estará determinado por dos factores fundamentales y cada vez más relevantes: el cambio climático y el desarrollo tecnológico.
Y eso significa la importancia de ejecutar políticas sensatas y reformas coherentes para la educación, para el ámbito tributario, el laboral, el electoral y, sobre todo, para detener y combatir la corrupción, la informalidad, el contrabando y la piratería. También es el momento para corregir la deuda social y definir derroteros económicos.
Cerrar las brechas entre ricos y pobres, con respeto a los derechos fundamentales, será determinante para que se incorporen más jóvenes y mujeres al sistema laboral y responder al clamor nacional sobre el acceso a la educación y a los servicios básicos.
La inconformidad es uno de los detonantes de la inestabilidad, de las protestas y de la rabia popular. Y eso se resuelve con política, con acciones, con inversión, sin represión ni estigmatizaciones innecesarias, con la solidaridad de todos los colombianos.
En este ejercicio el papel que juega la comunidad empresarial es esencial. Las compañías desde hace ya un tiempo han comprendido que su rol en la sociedad, el cual va más allá de su objetivo de negocio y tienen mucho que aportar en la consolidación de la democracia, el respeto de los derechos humanos, la inclusión y la pedagogía para que en la construcción democrática participemos todos.
Este ha sido uno de los pilares de Aliadas, la alianza de 16 gremios y asociaciones empresariales que se ha fijado como propósito contribuir al diálogo y desarrollo con posiciones enfocadas en los valores democráticos y que contribuyan al desarrollo económico.
La democracia necesita de cada uno de nosotros para lograr cumplir sus objetivos, todos tenemos la responsabilidad que funcione, que se aplique y se ejecute como debe ser. No podemos pretender que sea un ejercicio de unos pocos y que se tenga el conocimiento de la mayoría.