Hablar de capitalismo consciente y de compensación familiar es tejer puentes de oportunidades para construir un mundo mejor. Una mejor relación con la vida.
Por: Comfama, Caja de Compensación Familiar de Antioquia
Ramón Mendiola, presidente de la empresa costarricense Fifco, le preguntó al auditorio: “¿Cuántos de sus empleados son pobres?”. Con su pregunta, tan necesaria y al mismo tiempo incómoda para algunos, quería llamar la atención sobre el rol que las empresas deben tener frente al cuidado y el progreso, no solo de sus trabajadores, sino también de sus familias. Al mismo tiempo que cuestionaba el liderazgo que se ejerce en nuestros días, expresaba mensajes claros sobre los desafíos que todo líder debe tener si en realidad quiere transformar el mundo.
Estas preguntas son fundamentales porque retan, confrontan y proponen reflexiones. De eso se trata, en gran parte, el capitalismo consciente, de incomodar un poco, siempre con amor y bondad, para volver a pasar por el corazón y la mente el verdadero espíritu de las empresas, ese que es heroico e indispensable en la construcción de sociedades y de países. No en vano, las palabras de Mendiola fueron pronunciadas durante el CEO Summit – Conscious Capitalism, en Austin, Texas, evento que cada año reúne a los directivos del mundo más comprometidos con elevar a la humanidad a través de los negocios. Una cumbre de personas que cree en el futuro, que lo mira con brillo en los ojos, lo imagina, lo piensa y lo hace posible desde el presente.
No hay nada que genere más valor público que las empresas, entre ellas las privadas. Nuestras vidas no podrían funcionar sin aquellas organizaciones que producen y entregan la gran mayoría de bienes y servicios que permiten nuestra existencia. Si hacemos foco en un sistema como el nuestro, el de la Compensación Familiar, esa importancia de las empresas adquiere una nueva categoría: indispensable. Siempre vale la pena recordar que nos debemos a un pacto voluntario entre empresarios y trabajadores que comenzó hace casi 70 años y que, desde entonces, gracias a las empresas que confían sus recursos en nosotros, ha servido a la sociedad generando salud y bienestar, acercando a las personas a la cultura y a la educación, entregando viviendas, propiciando el esparcimiento y muchos más.
Toda historia tiene sus matices y sus colores, y la de las empresas y el capitalismo no es la excepción. Sabemos que durante años algunas organizaciones, muchas de ellas convertidas incluso en monopolios, dejaron de estar conectadas con las personas; se concentraron solo en producir utilidades y ganancias, en enriquecerse y olvidaron su verdadero rol social. Estos comportamientos terminaron en brechas sociales, impactos negativos para nuestro planeta y la irreparable pérdida de confianza que tanto nos afecta como sociedad.
Las nuevas generaciones, las comunidades, los clientes y los usuarios; sin embargo, comenzaron a demandar cambios. Elevaron sus niveles de consciencia e invitaron a muchos más a hacerlo. Se alejaron de las empresas, empezaron a pedirles participar de causas más justas y defenderlas para el beneficio del planeta, de la humanidad, de los países, del colectivo. A los líderes, por su parte, se les comenzó a exigir, además de ser buenos administradores, ser buenos seres humanos. Actuar con coherencia ética y moral.
El capitalismo consciente, enfoque empresarial que busca la creación de valor y de bienestar compartido, es una respuesta a estas demandas. Este ya no tan nuevo paradigma empresarial, propuesto por John Mackey y Raj Sisodia, invita a las empresas a pensarse más allá de la rentabilidad económica y a actuar desde nuevos niveles de consciencia. A ser empresas que se preocupan por el bienestar de los trabajadores y de sus familias, que pagan salarios justos, tienen un compromiso con la excelencia y respetan la ley; que saben lo importantes que son los proveedores y los consideran sus aliados; que promueve una cultura organizacional que es responsable y se moviliza por causas colectivas. Empresas con líderes que cuidan y que se sienten motivados por causas infinitas, que integran lo masculino y lo femenino, el corazón y la mente, el espíritu y el alma. En otras palabras, empresas que deciden no quedarse con la narrativa tradicional del capitalismo y que, con compromiso social y perseverancia, deciden ir más allá.
En Comfama, desde hace unos siete años, decidimos conectarnos con un propósito al que nos gusta llamar infinito: el de trabajar por la clase media, su consolidación, cualificación y expansión. Emprendimos el camino de ser parte del capitalismo consciente, de practicarlo y de promoverlo. Incluso, lo nombramos como una de nuestras grandes causas corporativas, las cuales son: clase media, capitalismo consciente, desarrollo regional y salud para el cuidado de la vida.
Esta decisión nos ha permitido ser puente entre las empresas, los trabajadores y sus familias, siempre ubicando el capital humano en el centro. Hemos creado programas, conectado con otras causas y, lo más importante, aprendido del capitalismo consciente y de su desarrollo en Colombia, lo cual nos ha permitido conectar y compartir con empresas maravillosas que están comprometidas con ser todos los días mejores para el planeta.
Motivados por la pregunta de Mendiola, esa provocación con la que comenzamos este escrito, por ejemplo, decidimos crear Ruta Progreso, un programa que busca acompañar a los empleados y a sus familias para que salgan de la línea de pobreza, mediante un trabajo permanente de mentoría y adquisición de hábitos conscientes que faciliten el progreso. En 2022 finalizamos nuestra primera cohorte, de la cual participaron 8 empresas que son motores de transformación para sus trabajadores. 95 familias aprendieron a llevar una vida financiera más equilibrada y a mejorar su calidad de vida.
Para ampliar las conversaciones alrededor de la equidad de género —no tendremos un mundo justo si la mitad de la población, las mujeres, viven en condiciones de inequidad— hemos creado diferentes programas. Dos de esas iniciativas que nos hacen sentir orgullosos son Mujeres Líderes, con el cual queremos fortalecer las habilidades gerenciales de las mujeres con alto potencial y así aumentar su participación en cargos de liderazgo. Al momento sumamos dos cohortes finalizadas en las cuales, 250 mujeres, de 74 empresas, se han permitido derribar sesgos, confiar en sí mismas y transmitir sus conocimientos a otras mujeres, también a los hombres. Este año comenzamos la tercera cohorte. El segundo es el subsidio de Menstruación consciente, el primero en Colombia y el tercero el mundo, que nos ha permitido reducir la pobreza menstrual en Antioquia. A 2022 habíamos entregado 15 mil subsidios.
En el mismo camino de elevar la consciencia, también hemos procurado poner conversaciones sobre lo vivo, la regeneración y la naturaleza en las conversaciones empresariales, familiares y de amigos. Para esto hemos ampliado nuestros diálogos. Este año, por ejemplo, llegará a Antioquia la segunda edición de Actuar por lo vivo, un festival de regeneración que se vive en Medellín, Támesis y Venecia, y el cual propone acciones y reflexiones que nos inspiren a cambiar la visión sobre la naturaleza como recurso, a entendernos parte de ella y, por lo tanto, a ser responsables de su cuidado y defensa.
También tenemos un programa de Proveedores conscientes para acercarnos a esos infinitos colaboradores que son las empresas que nos proveen servicios a nuestras causas. Promovemos la participación de los jóvenes en la toma de decisiones de nuestra organización; además, de su inclusión en cargos de liderazgo. Desde nuestra cultura organizacional nos declaramos líderes conscientes, adaptativos y multiplicadores. Estamos convencidos de que la construcción de confianza es fundamental para el crecimiento de nuestro país y, desde esa declaración, somos facilitadores de conversaciones que parecen improbables, imposibles.
Esas son algunas de las cosas que hacemos en Comfama para trabajar en el objetivo de ser una empresa consciente. No obstante, la más importante, es que somos puentes de transformación entre las empresas y las personas. Todas las cajas de compensación, por nuestra naturaleza, lo somos y podemos seguirlo siendo. ¿Qué otras organizaciones pueden establecer estas conversaciones? En realidad, somos pocas, y de ahí la potencia de este proyecto social, político, humano y cultural llamado compensación. Somos capitalistas conscientes por naturaleza.
El capitalismo consciente es, sin duda, una de las rutas que podemos navegar en la búsqueda de una mejor sociedad. Es un fin en el que debemos creer y apostar como Cajas de Compensación Familiar; pero, también una filosofía que podemos promover entre nuestras empresas afiliadas y los muchos aliados con los que emprendemos proyectos. Una filosofía que se haga práctica, como diría Raj Sisodia: “La humanidad es un solo espíritu, nuestros recursos naturales son finitos, pero nuestras capacidades internas son infinitas”. Recuperemos el alma de nuestras empresas.